domingo, enero 06, 2013

Este blog no es, repito, NO ES, sobre Twin Peaks


Lo que no sé es de qué va exactamente. Excepto, probablemente, de exorcismos. Los que me hayan conocido de La Linterna Mágica ya sabrán de mí, y quizás esperarán cine & series a golpe de post kilométrico, pero no va a ser así. El homenaje a la legendaria serie de David Lynch se queda en la cuestión estética. Y sin embargo, pura contradicción marcbranchesiana, lo arranco con Audrey, mi querida Audrey, esa Sherilyn Fenn que me enamoró en mis early tuentis. Quién fuese cereza, dita sea. No concibo amor sin fidelidad, chapao a la antigua que es uno, así que allí donde aparecía Sherilyn, qué hermoso nombre, allí que estaba yo. 

Me cagüenlafidelidad.

Sí, porque dicha fidelidad me obligó a tragarme heces de variada pero similarmente intensa pestilencia tales como "Meridian, el beso de la bestia", "Two moon junction" (esos pornetes softs de Zalman King...), "Distracción fatal", "Three of hearts" o la maravillosamente alucinógena "Boxing Helena". Aunque también me hizo descubrir algunas buenas películas que sólo vi yo, como "Diario de un asesino a sueldo", "La conspiración de Dallas" o aquella "De ratones y hombres" en la que John Malkovich interpretaba a un retrasado en modo Iwantaoscar ON. El caso es que no es mala actriz. Los que aguantaran despiertos de madrugada en Cataluña hace una década tenían la oportunidad de ver en Canal 33, si no me equivoco, la telecomedia "Rude awakening" que protagonizaba mi Sherilyn, una sitcom PG-18 sobre una alcohólica intentando redimirse (y fracasando... en parte, gracias a la hijaputa de su madre) que duró 3 temporadas en una Showtime que no tenía nada que ver con la de ahora. Hoy en día sería una serie de culto, pero en aquella época los antihéroes no estaban tan de moda, y la Fenn siguió enquistada en el anonimato. 

No para mí, claro. La puta fidelidad. 


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