lunes, febrero 11, 2013

One Hit Wonders: Love Missile F1-11


Los domingos (no todos. Los que a mí me rote. Y sí, ya sé que hoy es lunes: soy así de imprevisible. Pero serán los domingos), que son días de poco pensar y mucho reflexionar, si puede ser en un bar y con unas tapas, os los amenizaré con el videoclip de un one hit wonder de los 80/90. Ya sabéis, una de esas canciones pegajosas que transportaron a sus intérpretes a una efímera gloria. La mayoría se llevarán su correspondiente fostión, algunas otras las defenderé a capa y espada (y reconoceré que incluso tengo el disco, lo cual os llevará a preguntaros "pero en qué tienda se compró las orejas el chalao este"), pero lo que es seguro es que todas, todas, os sonarán, especialmente si pasáis de los 30 palos. Y es bastante probable que, si le dais al play ahí arriba, paséis el resto de la jornada dominguera con la canción de turno en el cerebro.

 Empezamos con un tema que en su momento, 1986,  más que un taladro, fue una tuneladora. "Love missile F1-11" fue la presentación en sociedad de Sigue Sigue Sputnik, los que iban a ser el grupo del futuro, la rampa de lanzamiento del la siguiente evolución del rock&roll, la quintaesencia de lo postmoderno: el cyberpunk musical. Un mensaje de humildad asceta con el que su ideólogo Tony James y los pardillos de EMI desplegaron una campaña publicitaria agotadora. Al final, esta fue el único tema que tuvo éxito, y fue más por acumulación que por otra cosa.

Los ochenta. Qué cardados. Y ojo al móvil Alcatel XXXL del de la derecha

La canción es un descerebrado amartillamiento de apenas dos notas y media con una letra muy sutil ("there goes my love rocket red". No, no lo pillo) y que en condiciones normales no serviría ni como música de fondo del Arkanoid. Su estética era una fórmula tal que así: glam + punk + cock-rock + tecnofetish + Limahl encocado. Crestas gigantescas de colores, megacardados, cueros de tonos pasteles, influencias japonesas, hueveras de portero de hockey y actitud, mucha actitud. La actuación en directo en una tele de Japón (of course) que os muestro es una prueba fehaciente. Cuántos gallos habrán pelado para fabricarle la cresta al cantante.


Al segundo disco se separaron. Dos discos más de los que la industria musical necesitaba.

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